La cerámica plomiza se distingue por sus tonos lustrosos, naranjas o grises, y por presentar una variedad de diseños de animales y seres sobrenaturales. Esta cerámica fue elaborada en la zona costera del Soconusco, en el estado de Chiapas, México, y posiblemente también en áreas adyacentes de Guatemala. Fue muy apreciada durante el clásico tardío y el postclásico temprano, y se difundió por medio de redes comerciales a todo lo ancho de Mesoamérica.