Arte virreinal
El período colonial inicia con la conquista de nuestro país cuando Pedro de Alvarado llega a Guatemala en 1523 y termina en el año de 1821 con la independencia de España. Nuestro país formó parte de un territorio mayor conocido como el Virreinato de la Nueva España que abarcaba desde la parte sur de los Estados Unidos de América hasta Costa Rica en América Central; la Capitanía General de Cuba y la Capitanía General de Filipinas. Este territorio se encontraba dividido en varias provincias, entre ellas la Capitanía General de Guatemala que comprendía los territorios de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. El centro administrativo de esta provincia era la Audiencia que se encontraba en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, que fue uno de los centros productores más importantes de obras de imaginería religiosa y platería del continente. La mayor parte de su economía se basaba en la producción agrícola, entre los productos más importantes se encontraban la caña de azúcar, el cacao, añil, cochinilla y maíz.
Platería
La plata se utilizó para elaborar muchos objetos de uso doméstico y litúrgico, a veces embellecidos con piedras preciosas. Los objetos de plata de la colección del museo incluyen objetos utilizados en el ritual de la misa, tales como candelabros, incensarios, un atril utilizado para sostener los libros en el altar y un sagrario donde se guardaban las hostias consagradas. Muchos objetos de plata presentan pequeñas marcas que identifican a la ciudad donde fue elaborada, y algunas veces al artesano, con lo cual es posible determinar con certeza su origen.
La plata también fue utilizada por los miembros de las cofradías, grupos religiosos conformados por hombres y mujeres que se encargaban de la custodia de imágenes específicas. Las cofradías fueron introducidas por los sacerdotes españoles, y hasta el presente siguen siendo instituciones sociales de gran importancia en los pueblos indígenas. Una de las manifestaciones más espectaculares de la platería colonial se encuentra en las imágenes vestidas de plata, tales como el Arcángel San Miguel. En ocasiones especiales, los miembros de las cofradías llevaban sus imágenes en procesión, acompañadas por cruces, banderas, y escudos de cofradía.
Imaginería
La imaginería guatemalteca de los siglos XVI al XVIII incluye ejemplos de los estilos renacentista, barroco y neoclásico. La ciudad de Guatemala fue un centro de producción artística importante, que desarrolló sus propios estilos y formas de expresión. La imaginería y la platería de Guatemala fueron muy apreciadas a lo largo del Nuevo Mundo, y se encuentran ejemplos importantes incluso en algunas iglesias de España.
Uno de los rasgos distintivos de la imaginería guatemalteca fue el estofado, utilizado para replicar los brocados utilizados en la época. El estofado consistía en una lámina de oro que revestía las imágenes, sobre la cual se pintaban diferentes diseños. Un magnífico ejemplo se encuentra en la imagen de Nuestra Señora de los Dolores con manos y cara de alabastro.
Cerámica Mayólica
Se denomina mayólica a la cerámica vidriada de color blanco, manufacturada a base de estaño, a la cual se le añaden otros colores, en la segunda cocción. En Guatemala se sabe que se hizo cerámica de este tipo en San Miguel Totonicapán, Santiago de Guatemala y en la Nueva Guatemala de la Asunción, luego del traslado de la ciudad del valle de Panchoy al de la Ermita en 1776. A mediados del siglo XVI se tienen noticias de los primeros alfareros que vinieron de España, sin embargo a partir del siglo XVII comenzó un gran auge de fabricantes ya oriundos de Guatemala, situación que continúa a lo largo de los siglos XVIII, XIX y principios del XX.
El león que se puede observar procede de la iglesia de la Merced en Antigua Guatemala. Este templo data originalmente de principios del siglo XVI pero tras haber sufrido varias remodelaciones por daños causados por terremotos fue inaugurado nuevamente en 1767. En su cúpula ostentaba dieciséis de estos leones. Tras el terremoto de 1976 uno de ellos cayó de su lugar y fue donado al museo. De loza vidriada en color amarillo ocre, es un magnífico ejemplo de la producción de cerámica mayólica en Santiago de los Caballeros durante la época colonial.
Retablos
La palabra retablo tiene su origen en las voces latinas retro, detrás, y tabula, mesa o altar. Y así es como se denominan a las estructuras que se levantan delante de los muros internos de un templo. Los retablos están constituidos esencialmente por elementos arquitectónicos, como columnas y entablamentos, los cuales creaban espacios destinados a contener pinturas y esculturas. En Guatemala se manufacturaron exclusivamente en madera, preferentemente cedro, muchas veces recubierta con lámina de oro. Además de enriquecer los muros internos del templo y de constituir el principal elemento del mobiliario eclesiástico, tienen como función primordial narrar de un modo gráfico, los principales pasajes de la historia y la vida de los santos, o algún otro tema religioso.
El gran tamaño de los retablos obviamente implica un trabajo colectivo. Según la Historia de la Imaginería Colonial en Guatemala, de Heinrich Berlin, además de los oficiales y aprendices que tomaban parte en su ejecución, cuatro diferentes artistas podían intervenir: ensambladores, escultores, doradores-estofadores y pintores. A los primeros les correspondía hacer el propio retablo con todos los ornamentos tallados. Los ensambladores se encargaban de hacer el propio retablo con todos los ornamentos tallados. Los escultores por su parte hacían las estatuas de bulto o de medio relieve, dejando su parte sin dorar ni pintar. Los doradores doraban los retablos con oro legítimo utilizando a veces en adición matices de otros colores. Ellos mismos usualmente aplicaban el estofado a las imágenes, en cuyo proceso cubrían las imágenes con una delgada capa de yeso sobre tela, en la cual luego aplicaban oro y pintura. Finalmente, los lienzos de pintura eran hechos por pintores profesionales.
Varios cronistas del reino de Guatemala han dejado atestiguado en sus obras las diversas formas de ornamentar los templos, así tenemos que Fray Antonio Remesal primer cronista del reino, menciona entre 1615 y 1617 que los retablos eran muy pobres en esta época. Luego de la pobreza inicial que Remesal señala, se tiene otro testimonio de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán para la última década del siglo XVII, quien describe los ornamentos de los templos como "...elegantes... adornados de pulidos y maravillosos retablos, ricos, majestuosos ornamentos...". En su obra, la Recordación Florida, se encuentran innumerables citas en las que se señala la riqueza de los ornamentos de los templos del obispado de Guatemala, principalmente en el altiplano central y occidental.
Con el paso del tiempo y por varias razones, muchos retablos guatemaltecos han sufrido cambios iconográficos y formales. Entre las causas principales se pueden mencionar las preferencias devocionales de los fieles, el traslado de los retablos desde La Antigua Guatemala al valle de la Ermita después de los terremotos de 1773, los daños ocasionados a los templos de la ciudad de Guatemala y muchos pueblos del altiplano por los terremotos de 1917-1918 y 1976, así como el desconocimiento del valor histórico y artístico de los retablos, por los encargados de los templos.