Al final del período preclásico, las sociedades mesoamericanas habían alcanzado un alto grado de complejidad, sofisticación tecnológica y esplendor artístico. La transición al período clásico presenció cambios significativos, que incluyeron movimientos de población entre diferentes regiones, la caída de muchos centros importantes del preclásico, y el surgimiento de nuevos centros de poder. En las tierras bajas del norte se adoptó la escritura jeroglífica como un medio primordial de comunicación en el arte monumental. Durante esta transición también apareció la cerámica pintada en varios colores, que habría de convertirse en uno de los elementos distintivos del arte maya clásico. Nuestra exhibición incluye ejemplares notables de la cerámica policroma de esta época.

De importancia extraordinaria durante el período clásico temprano fue el crecimiento de la ciudad de Teotihuacan, en el centro de México. Hay indicaciones de que Teotihuacán ejerció fuerte presencia en Guatemala, y algunas partes del país pueden haber quedado temporalmente bajo su dominio. Esto se refleja en numerosos objetos de la cultura material, inspirados en el arte de esa metrópolis. El museo posee numerosos ejemplares de cerámica elaborada localmente en el estilo teotihuacano, que incluye tapaderas de incensarios procedentes de la costa sur, vasos cilíndricas trípodes con diversos tipos de decoración y otros objetos. De especial interés son los incensarios extraídos de las aguas del lago de Amatitlán, utilizados en rituales seguramente asociados con el lago, y luego depositados en el fondo del mismo.